María Andresa Casamayor
Se cumplen 300 años del nacimiento de María Andresa Casamayor, aragonesa y primera escritora de Ciencia en castellano
A los 17 años cuando publicó su manual de Aritmética pero
cayó en el olvido incluso su verdadero nombre. Ahora, 300 años después de su
nacimiento en Zaragoza, la figura de la matemática María Andresa Casamayor se
refleja en un documental,
un sello
y la reedición
de su libro.
Tiene una historia de cuento:Érase una vez hace
casi trescientos años, en esta inmortal ciudad de Zaragoza, una bella joven. Su
pelo rebelde bailaba al ritmo del viento. Su mirada era diferente, a veces
perdida, a veces concentrada. Hablaba lenguas extranjeras y dominaba el divino
lenguaje de las cifras. Se llamaba María Juana Rosa Andresa Casamayor de La
Coma, nacida bajo la protección del santo, un frío 30 de noviembre de
1720. Con poco más de 17 años publicó el libro ‘Tyrocinio arithmetico,
Instrucción de las quatro reglas llanas’, el primer libro de ciencia publicado
por una mujer en España. (Tuvo que firmarlo con nombre de hombre)
Su padre era Juan Joseph Casamayor, mercader
textil francés en la Zaragoza ilustrada del siglo XVIII. Vivían en la calle del
Pilar y, como miembro de la creciente burguesía afincada en la capital de
Aragón, su numerosa descendencia sería bien educada. Aunque a las
señoritas bastaba con instruirlas en las labores propias de su sexo, bien sabía
que si aprendían a leer, escribir, contar u operar las cuatro reglas
aritméticas, podría obtener mejores dotes tanto para ellas como para él.
Buscó un bachiller con años de experiencia y estatura sobresaliente para que
les dictara lección. Un día de la tercera semana, alarmado por el alboroto de
sus hijos, entró en la estancia donde se enseñaba. Halló al maestro con la vara
de cedro, a punto de golpear a la pequeña María, mientras ella repetía una y
otra vez "¡son 64 sueldos!". Juan Joseph ordenó que se detuviera y
que explicara el origen de semejante situación. Todo ofendido, el docente,
explicó que la niña se equivocaba en la resolución del problema y no aceptaba
ni reconocía el error cometido. Ante esto, el padre se volvió hacia su hija, y
esta levantando su fuerte mirada y con voz firme mantuvo: "No me equivoco,
son 64 sueldos. Él es quien se equivoca y quien debería disculparse ante los
números por maltratarlos así". Juan Joseph decidió tomar el yeso y
realizar él mismo la operación, obteniendo el resultado defendido por María
Andrea. Sus hermanos estallaron en gritos de alegría por el triunfo de su David
sobre Goliat.
En 1731 los dos primeros escolapios llegaron a
Zaragoza con el apoyo del arzobispo Tomas Crespo Agüero. Predicaban una
enseñanza de calidad, gratuita y universal tanto en letras como en
ciencias. María Andrea no entendía que si era universal, ella no pudiera
asistir. En su universo de números no había diferencia entre hombres o
mujeres o entre ricos y pobres. Los números eran de todos y eran los dioses que
hacían más libres e iguales.
Las primaveras se sucedían y María Andrea
floreció. Sin embargo ella prefería la compañía de viejos monjes estudiosos que
la de atractivos mocetes o príncipes azules. Su padre, enfermo y preocupado por
el futuro de su preferida, decidió rendirse a sus deseos. La apoyaría en su
locura de publicar su primer libro. Era una obra sencilla, pequeña,
escrita en cuarto, para que cualquiera aprendiera las reglas de la aritmética,
o también llamada álgebra menor. Habló con los censores, con el juez de
Impresiones y oidor de la Real Audiencia y finalmente, un día de cierzo del año
nuevo de 1738, esperó la llegada del piadoso arzobispo.
El libro debía publicarse para el reconocimiento
social de María Andrea y, sin embargo, no podía publicarlo con el nombre
de su autora. El arzobispo recordó el evangelio de San Juan. "Siempre
encuentro respuestas en la Biblia", pensó. Ante la pregunta retórica de
Pilatos a Jesucristo, ‘quid est veritas?’ (¿qué es la verdad?), no se da
respuesta alguna, debido a que, según algunos doctores de la Iglesia, la misma
pregunta contiene la respuesta en forma de anagrama, ‘est vir qui adest’ (es el
hombre que tienes delante). Un anagrama se forma con las mismas letras de la palabra
inicial pero en diferente orden: las palabras amor, mora, ramo, Roma y Omar son
anagramas entre ellas. Así, el ‘Tyrocinio arithmetico’ aparece firmado por
Casandro Mamés de La Marca y Araioa, anagrama de 29 letras del nombre completo
de su autora: María Andresa Casamayor de La Coma.
Tristemente, su padre no vio el libro publicado.
Murió pocos días antes, satisfecho y orgulloso. María Andrea continuó
estudiando, colaborando con fray Pedro Martínez, rector del Colegio Dominico de
San Vicente Ferrer y escribió un segundo manuscrito, hoy perdido, de
título ‘El Parasi solo’ de Casandro Mamés de la Marca y Arioa. De 109 hojas de
tamaño folio, era de un nivel matemático superior al primero. Ya no era
necesario mantener el secreto y en la introducción se identificaba su verdadera
autora. Fray Martínez falleció en 1739 y el arzobispo Tomás Crespo, tres años
después. En poco tiempo, los amigos y familiares que habían ayudado a la joven
habían desaparecido.
Una mujer libre
María
Andrea fue libre, no se casó ni entró en la Iglesia. Trabajó en su vocación,
fue maestra de niñas y, por lo que hoy, sabemos, durante gran parte de su vida,
maestra de primeras letras en las escuelas públicas de la ciudad de Zaragoza.
Tal vez la publicación de su libro le ayudó a conseguir este puesto. Como al
resto de maestras municipales, la corporación no les pagaba y, a cambio,
recibía una casa donde vivir. Su sustento lo conseguía con el donativo de sus
pupilos. Por el censo de la ciudad de 1766, sabemos que María Andrea Casamayor
vivía sola en una casa, que todavía hoy milagrosamente se mantiene en pie,
cercana a la iglesia de Santa María Magdalena.
Ha llegado hasta nosotros el documento ‘Apuntación
de las licencias que se han dado a las Maestras de Niñas para que puedan enseñar’,
conservado en el Archivo Municipal del Ayuntamiento de Zaragoza. En la
primera línea del listado de maestras de niñas se lee "Seminario Viejo.
Maria Casamaior". Este Seminario Viejo, propiedad de los Padres
Jesuítas hasta su expulsión en 1767, voló por los aires en un accidente
fortuito al ser utilizado como polvorín en el segundo sitio de la ciudad.
El 23 de octubre de 1780 falleció María Andrea,
tal y como queda registrado en el Libro de Muertos de la basílica del Pilar.
Sin embargo, su nombre y su fama no se perdieron. Félix Latassa, Melchor Poza,
Cecilio Gasca, Manuel Serrano, Manuel Jiménez Catalán, Francisco Aguilar, Eloy
Fernández, María José Casado y Piluca Fernández, entre otros, cantaron el
ejemplo de esta matemática, esta princesa de cuentas que, en circunstancias
sociales tremendamente desfavorables, supo creer, educar y luchar por un mundo
de igualdad.
Su tratado fue el primer libro de ciencia que
conocemos publicado por una mujer en España: matemáticas elementales escritas
para el pueblo llano. Está ya en proceso de
montaje un documental sobre ella. “La mujer que soñaba con números”. Por el cual se ha llevado a cabo una investigación en laque se han encontrado datos
aquí reflejados no conocidos anteriormente como su verdadero nombre: Andresa.
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A los 17 años cuando publicó su manual de Aritmética pero cayó en el olvido incluso su verdadero nombre. Ahora, 300 años después de su nacimiento en Zaragoza, la figura de la matemática María Andresa Casamayor se refleja en un documental, un sello y la reedición de su libro. |
Érase una vez hace
casi trescientos años, en esta inmortal ciudad de Zaragoza, una bella joven. Su
pelo rebelde bailaba al ritmo del viento. Su mirada era diferente, a veces
perdida, a veces concentrada. Hablaba lenguas extranjeras y dominaba el divino
lenguaje de las cifras. Se llamaba María Juana Rosa Andresa Casamayor de La
Coma, nacida bajo la protección del santo, un frío 30 de noviembre de
1720. Con poco más de 17 años publicó el libro ‘Tyrocinio arithmetico,
Instrucción de las quatro reglas llanas’, el primer libro de ciencia publicado
por una mujer en España. (Tuvo que firmarlo con nombre de hombre)
Su padre era Juan Joseph Casamayor, mercader
textil francés en la Zaragoza ilustrada del siglo XVIII. Vivían en la calle del
Pilar y, como miembro de la creciente burguesía afincada en la capital de
Aragón, su numerosa descendencia sería bien educada. Aunque a las
señoritas bastaba con instruirlas en las labores propias de su sexo, bien sabía
que si aprendían a leer, escribir, contar u operar las cuatro reglas
aritméticas, podría obtener mejores dotes tanto para ellas como para él.
Buscó un bachiller con años de experiencia y estatura sobresaliente para que
les dictara lección. Un día de la tercera semana, alarmado por el alboroto de
sus hijos, entró en la estancia donde se enseñaba. Halló al maestro con la vara
de cedro, a punto de golpear a la pequeña María, mientras ella repetía una y
otra vez "¡son 64 sueldos!". Juan Joseph ordenó que se detuviera y
que explicara el origen de semejante situación. Todo ofendido, el docente,
explicó que la niña se equivocaba en la resolución del problema y no aceptaba
ni reconocía el error cometido. Ante esto, el padre se volvió hacia su hija, y
esta levantando su fuerte mirada y con voz firme mantuvo: "No me equivoco,
son 64 sueldos. Él es quien se equivoca y quien debería disculparse ante los
números por maltratarlos así". Juan Joseph decidió tomar el yeso y
realizar él mismo la operación, obteniendo el resultado defendido por María
Andrea. Sus hermanos estallaron en gritos de alegría por el triunfo de su David
sobre Goliat.
En 1731 los dos primeros escolapios llegaron a
Zaragoza con el apoyo del arzobispo Tomas Crespo Agüero. Predicaban una
enseñanza de calidad, gratuita y universal tanto en letras como en
ciencias. María Andrea no entendía que si era universal, ella no pudiera
asistir. En su universo de números no había diferencia entre hombres o
mujeres o entre ricos y pobres. Los números eran de todos y eran los dioses que
hacían más libres e iguales.
Las primaveras se sucedían y María Andrea
floreció. Sin embargo ella prefería la compañía de viejos monjes estudiosos que
la de atractivos mocetes o príncipes azules. Su padre, enfermo y preocupado por
el futuro de su preferida, decidió rendirse a sus deseos. La apoyaría en su
locura de publicar su primer libro. Era una obra sencilla, pequeña,
escrita en cuarto, para que cualquiera aprendiera las reglas de la aritmética,
o también llamada álgebra menor. Habló con los censores, con el juez de
Impresiones y oidor de la Real Audiencia y finalmente, un día de cierzo del año
nuevo de 1738, esperó la llegada del piadoso arzobispo.
El libro debía publicarse para el reconocimiento
social de María Andrea y, sin embargo, no podía publicarlo con el nombre
de su autora. El arzobispo recordó el evangelio de San Juan. "Siempre
encuentro respuestas en la Biblia", pensó. Ante la pregunta retórica de
Pilatos a Jesucristo, ‘quid est veritas?’ (¿qué es la verdad?), no se da
respuesta alguna, debido a que, según algunos doctores de la Iglesia, la misma
pregunta contiene la respuesta en forma de anagrama, ‘est vir qui adest’ (es el
hombre que tienes delante). Un anagrama se forma con las mismas letras de la palabra
inicial pero en diferente orden: las palabras amor, mora, ramo, Roma y Omar son
anagramas entre ellas. Así, el ‘Tyrocinio arithmetico’ aparece firmado por
Casandro Mamés de La Marca y Araioa, anagrama de 29 letras del nombre completo
de su autora: María Andresa Casamayor de La Coma.
Tristemente, su padre no vio el libro publicado.
Murió pocos días antes, satisfecho y orgulloso. María Andrea continuó
estudiando, colaborando con fray Pedro Martínez, rector del Colegio Dominico de
San Vicente Ferrer y escribió un segundo manuscrito, hoy perdido, de
título ‘El Parasi solo’ de Casandro Mamés de la Marca y Arioa. De 109 hojas de
tamaño folio, era de un nivel matemático superior al primero. Ya no era
necesario mantener el secreto y en la introducción se identificaba su verdadera
autora. Fray Martínez falleció en 1739 y el arzobispo Tomás Crespo, tres años
después. En poco tiempo, los amigos y familiares que habían ayudado a la joven
habían desaparecido.
María Andrea fue libre, no se casó ni entró en la Iglesia. Trabajó en su vocación, fue maestra de niñas y, por lo que hoy, sabemos, durante gran parte de su vida, maestra de primeras letras en las escuelas públicas de la ciudad de Zaragoza. Tal vez la publicación de su libro le ayudó a conseguir este puesto. Como al resto de maestras municipales, la corporación no les pagaba y, a cambio, recibía una casa donde vivir. Su sustento lo conseguía con el donativo de sus pupilos. Por el censo de la ciudad de 1766, sabemos que María Andrea Casamayor vivía sola en una casa, que todavía hoy milagrosamente se mantiene en pie, cercana a la iglesia de Santa María Magdalena.
Ha llegado hasta nosotros el documento ‘Apuntación
de las licencias que se han dado a las Maestras de Niñas para que puedan enseñar’,
conservado en el Archivo Municipal del Ayuntamiento de Zaragoza. En la
primera línea del listado de maestras de niñas se lee "Seminario Viejo.
Maria Casamaior". Este Seminario Viejo, propiedad de los Padres
Jesuítas hasta su expulsión en 1767, voló por los aires en un accidente
fortuito al ser utilizado como polvorín en el segundo sitio de la ciudad.
Su tratado fue el primer libro de ciencia que conocemos publicado por una mujer en España: matemáticas elementales escritas para el pueblo llano. Está ya en proceso de montaje un documental sobre ella. “La mujer que soñaba con números”. Por el cual se ha llevado a cabo una investigación en laque se han encontrado datos aquí reflejados no conocidos anteriormente como su verdadero nombre: Andresa.
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