Miguel de Guzmán (Matemático del mes Enero)
Miguel de Guzmán Ozámiz
(1936-2004)
Mi profesor de Metodología de la Universidad
Nace en Cartagena (Murcia) el día 12
de Enero de 1936. Muere en Madrid el día 14 de Abril de 2004. Matemático,
escritor, miembro de la Real Academia Española.
Su padre, Enrique, era marino y murió
en Julio de 1936 al principio de la Guerra Civil Española como consecuencia de
una trágica circunstancia bélica. Su madre, María Luisa, por quien Miguel
sentía una profunda veneración, murió en 1990. Miguel era el menor de los cinco
hijos del matrimonio y su infancia se desarrolla en un ambiente difícil y con
malas condiciones económicas para la familia. María Luisa era la hermana mayor
y posiblemente estas malas condiciones familiares hicieron que muriera a
temprana edad. Margarita es la otra hermana. Ya en la etapa escolar él y sus
dos hermanos mayores Luis y Enrique son escolarizados internos en un colegio de
huérfanos de Madrid. De allí Miguel tuvo que salir precipitadamente debido a
una grave enfermedad. Su madre fue a buscarlo urgentemente al colegio y
entonces pasó a vivir con ella en Bilbao. Terminado el bachillerato, prepara el
examen de ingreso para la Escuela de Ingenieros Industriales de la ciudad
vizcaína, lo que consigue de forma brillante. Pero no hace cursos de
ingeniería, sino que entra en la Compañía de Jesús y estudia Literatura y
Humanidades en Orduña (Vizcaya) y Filosofía en Azpeitia (Guipúzcoa). Sin
embargo, ya en estos años muestra un gran interés por las matemáticas, y fueron
los dos hermanos mayores, que son ingenieros ambos, sus primeros profesores en
esta materia.
En 1961 termina los estudios de
Filosofía en Alemania. Entre 1961 y 1965 hace las licenciaturas de Matemáticas
y de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid. Entonces ya tenía
decidido que su dedicación absoluta sería a las matemáticas, y continuaba en la
Compañía de Jesús.
En la Facultad de Matemáticas de la
Complutense había alcanzado ya un notable prestigio como estudiante, y el
catedrático Alberto Dou, compañero suyo como jesuita, propició su marcha al
Departamento de Matemáticas de la Universidad de Chicago. Allí estaban Antoni
Zygmund y Alberto Calderón, dos de los más destacados especialistas del siglo
XX en Análisis Matemático. El segundo de ellos, argentino, fue su director de
tesis. Terminada ésta y después de prolongar algún tiempo su estancia en
Estados Unidos, vuelve a la Facultad de Matemáticas de la Complutense con la
convicción de ejercer una generosa labor de servicio a través de las
matemáticas. Por entonces continuaba siendo jesuita y posiblemente en sus
sentimientos religiosos radicaba buena parte de la motivación de su noble
actitud, pero estaba ya cerca la decisión de hacerse seglar y esta
circunstancia no cambió su entrega a una amplia gama de personas de su entorno.
Puedo decir que en algún momento me comentó que prefería tener una familia como
la mayoría de quienes estaban próximos, para que éstos lo sintieran más
cercano. Así es que en 1971 se casó con Mayte Garcia-Monge y tuvieron dos
hijos: Miguel, que es arquitecto de reconocido prestigio, y Mayte, que ejerce
con intensidad la medicina como internista en un hospital próximo a Madrid.
Después de su estancia en los Estados
Unidos de América vuelve a la Complutense en Septiembre de 1969. Había
alcanzado una sólida formación, se había provisto de problemas interesantes
para iniciar en la investigación a los más jóvenes, y estaba dispuesto a
entregarse totalmente a su magisterio. Contribuye de forma decisiva a mejorar
sensiblemente la situación en el ambiente universitario. Eran tiempos difíciles
y Miguel introduce un nuevo aire con problemas de interés y adecuados para
quienes se iniciaban en la investigación. Asimismo, estimula y ayuda a jóvenes
licenciados con buenas aptitudes para que hagan el doctorado en prestigiosas
universidades norteamericanas. En Octubre de 1971, un poco después de casarse
con Mayte, yo tuve el honor de presentar la primera tesis doctoral dirigida por
él. En ese tiempo había aceptado una invitación para pasar el curso en una
universidad de Río de Janeiro. A mi tesis siguen muchas otras también dirigidas
por él en unos tiempos en los que resultaba bastante difícil obtener el
doctorado en matemáticas sin salir a alguna universidad extranjera. Por todo
ello, y por su calidad como profesor, el prestigio académico de Miguel ha sido
siempre muy grande.
Son muchas las áreas en las que ha
desarrollado su labor investigadora, comenzando por los Operadores Integrales
Singulares y la Diferenciación de Integrales, teorías con aplicaciones al
Análisis de Fourier y a las Ecuaciones en Derivadas Parciales. Más adelante se
interesa por las Ecuaciones Diferenciales Ordinarias y sus vertientes de
Estabilidad y Control, así como por la Teoría Geométrica de la Medida y las
estructuras Fractales. En la etapa final de su vida estudió la Tensegridad, una
disciplina muy nueva que tiene vinculación con la Arquitectura y el Arte. En
los diversos campos ha dejado buen número de artículos de investigación y
libros para la enseñanza. Son destacables dos monografías que le han dado
prestigio internacional: Differentiation of Integrals in Rn (1975) y Real
Variable Methods in Fourier Análisis (1981) que, editadas por Springer-Verlag y
North-Holland respectivamente, son las primeras contribuciones de matemáticos
españoles en monografías de esta naturaleza.
Ha sido catedrático de Análisis Matemático
en la Universidad Autónoma de Madrid y después en la Complutense, y también uno
de los miembros más activos de la Real Academia de Ciencias desde su ingreso en
1983. Entre 1991 y 1998 fue presidente del ICMI (International Comission on
Mathematical Instruction). Éste es el máximo órgano internacional para la
educación matemática, y Miguel de Guzmán ha sido el primer español que ocupe un
cargo de este relieve en el ámbito de las matemáticas.
En 1996 se celebró en Sevilla bajo su
presidencia el Congreso ICME (International Congress on Mathematical
Education).
La preocupación de Miguel de Guzmán
por la educación matemática ha sido quizás la característica principal del
trabajo de toda su vida. No sólo en el ambiente universitario, sino muy
especialmente en la educación secundaria. Escribió con otros colaboradores
libros de texto para Bachillerato que fueron verdaderas innovaciones; estimuló
y orientó la tarea de muchos profesores a través de conferencias y seminarios
en muchas ciudades españolas, estando dispuesto a viajar en cualquier momento
que no tuviera una ocupación ineludible. Y no prestó únicamente su atención a
la educación matemática de escolares y universitarios, sino también a la de un
público más general: ha dejado escritos varios libros con esa intención, entre
los cuales cabe destacar Mirar y ver, Cuentos con cuentas, Para pensar mejor, y
Aventuras matemáticas. Este último, traducido al francés, portugués, finlandés
y chino, lo escribió con ocasión de un internamiento en el Hospital Ramón y
Cajal para curarse de una afección cardiaca. Cuando sus dos hijos eran
pequeños, escribió para ellos un imaginativo cuento: Los espingorcios .Portada
de «Los Espingorcios» Es otro ejemplo de su dedicación a los demás: no se
limitó a comprar cuentos a sus hijos.
Ha sido una constante de su vida la
preocupación por estar allí donde su labor fuera más eficaz, incapaz de perder
un minuto del tiempo que pudiera dedicar a su trabajo, con imaginación para
suscitar siempre ideas estimulantes y para encontrar nuevos y fecundos temas de
investigación, la que realizaba habitualmente con un grupo de colaboradores. Su
proyecto ESTALMAT (Estímulo del talento matemático), programa ideado por él en
el marco de la Real Academia de Ciencias con la intención de fomentar el
interés por las matemáticas de jóvenes escolares, es una buena muestra del
talante de Miguel. Así como CUES, Cooperación Universitaria Española, una ONG
en cuya creación y desarrollo él tuvo un papel importante y cuyo objetivo es
ofrecer ayuda en el campo de las matemáticas a países del tercer mundo.
Su inesperada muerte produjo una gran
conmoción en todas las personas que estuvieron conectadas con él: alumnos,
profesores de matemáticas de diversos ámbitos, compañeros, y también de quienes
han conocido su obra. Este sentimiento se plasmó en los numerosos actos y
escritos en su honor que siguieron a su muerte.
Cuando cumplió en 1996 los sesenta
años de edad, recibió el homenaje de la comunidad matemática al celebrarse en
su honor la 5th International Conference on Harmonic Analysis and Partial
Differential Equations que, como las anteriores, tuvo lugar en El Escorial. Así
Miguel encontró en vida el reconocimiento a su labor.
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